viernes, 7 de junio de 2013

Qué buena mina

Qué pedazo de lugar, parecía l’Atlantis. Jailux, cascos y containers saturaban la parte superior del embudo-vórtice que bajaba escotando la montaña. Allí, vetas desgarran faz y paz d’esa naturaleza. Caro costo pa’nuestra tierra es creer en el vil engaño del progreso.
Pasaron 3 jornadas de su primer día allí.
Un ingeniero le indicó que tenía que arreglar una’hélice qu’estaban a cinco metros. Lo subieron en polea. Pendía de unos cables de puro acero. Llegando hasta arriba se empezó a rajar el arnés: locura invadía a José, contemplandosé caer al vacío. Parecía que pronto su cuerpo rodaría resquebrajado. Qué híbrido el momento de gritar “¡Me caigo!”.
Como sospechaba, sucumbió desparramado y quebradizo al caer de modo súbito. Rotas piernas y vísceras resentidas constituían ahora su cuerpo. La ambulancia llegó a la hora. Desmayado yacía José
Se lo llevaron para’bajo a la sala de emergencia. El gerente mirólo con cara de póker.
“El cabro no pué laburar más: A tu casa te vai a descansar, weón”.

Así, José se jubiló con 21 años, sin trabajo, sin salud, sin progreso, sin el pan y sin la torta.

martes, 4 de junio de 2013

Epistemología, marihuana y otras yerbas...


Prólogo

Comparto con ustedes la redacción de un chico que nos viene a traer un interrogante acerca de una cuestión muy debatida y presente en la actualidad global: La marihuana y los psicoactivos.
No le interesa hablar sobre ella en términos de moralina: Sino poner en cuestión el sustento científico que ha tenido históricamente en la batalla por parte del sistema, contra su cultivo y consumo social, que tiene más que ver con cómo esta plantita puede trastabillar las nociones de sentido de la cotidianeidad y por lo tanto, del poder y la organización social. Agradezco a Seba compartir su texto. 
¿Se han puesto a pensar en la noción de verdad y cientificidad que se le viene dando conservadora y tradicionalmente al consumo de marihuana?
Lean esto y pregúntense si esas nociones son "de verdad" justificables.

Espero que esto desate y desarrolle largo debate y cuestionamiento.
Saludos, Diego.

Desarrollo*
Una de las características que seguramente unifica a simples mortales posmodernos y no tan posmodernos es, por un lado, la necesidad de posicionarse “ideológicamente” en torno a diferentes debates, y por el otro, la tendencia a defender dicho posicionamiento a partir de afirmaciones (sin previa reflexión de lo que se dice, o reflexión mediante) apoyadas indefectiblemente en torno al discurso científico. Sin duda, en el caso particular del debate… “efectos que provoca la marihuana en el hombre”, la muy trillada frase: ¡científicamente comprobado!, ha socavado toda posibilidad de recurrir a otras herramientas para “hacer valer” lo que se piensa y sostiene sobre este tema concreto.


Si bien no se puede negar la relevancia que, con el correr de los siglos, han ido adquiriendo (en el discurso popular) los postulados de la ciencia -quien fue avasallando al pensamiento dogmático, a partir de una exigente reflexión sobre los mecanismos de verificación de dicho conocimiento, en post de construir un conocimiento exhaustivo, crítico y veraz-, es de suma importancia resaltar que, las verdades en materia de ciencia no son, ni pueden ser absolutas, y que aquellas comunidades científicas que quieren imponer ciertos absolutismos sobre el conocimiento que sistematizan, bordean los límites (indebidamente) hacia lo “dogmático” (con lo que la ciencia dejaría de ser ciencia, es decir, volvemos a 1200 d. C.).

Valerse de un conocimiento de índole científica para “certificar” un discurso, debe necesariamente ir acompañado de este pequeño y relevante detalle reflexivo. Un ejemplo de quienes no tendrían en cuenta lo mencionado, podrían ser aquellos que -sin dar cuenta del progreso científico en relación a los efectos del THC en el organismo humano-, aseveran que el cannabis crea dependencia fisiológica, o aquellos que afirman que mata infaliblemente neuronas. Sin duda, éstas personas quedan “estancadas” discursivamente en viejas investigaciones descartadas, y/o puestas en cuestión con el correr de los años, por el progreso científico.



Otro punto considerable a debatir, en vista a brindar herramientas a quienes quieren participar activamente de discusiones pro/anti marihuana, es relativizar la generalización de los efectos nocivos en cuanto a la dependencia psicológica que esta planta –que ligeramente es caracterizada como una droga, emparentada a aquellos químicos creados por el hombre- produce. ¿Es la psiquis humana, algo que puede homogeneizarse irreductiblemente a la prueba experimental de “casos aislados” que sirven de contraste para verificar una serie de premisas? O… ¿coexisten factores biológicos y sociales (en términos de vivencias), que se funden para “moldear” una tremenda diversidad de estructuras psicológicas? ¿Es científicamente válido sostener que la marihuana genera dependencia psicológica, en términos universales? Me animo a creer que hay factores socioeconómicos y culturales que han sido descartados (no inocentemente) en este tipo de análisis, ya que explicarían en un alto grado, los muy diferentes usos y abusos que las personas establecen con la marihuana, mediados por su composición psíquica.



En síntesis, no hay “verdades fácticas, estáticas y absolutas” con respecto a los efectos de la marihuana en el hombre (en materia de ciencia), todo está por descubrirse, por ende, valerse de estos conocimientos para defender un punto de vista, sería espurio sin aclaraciones de tipo: “hoy por hoy se sostiene que…”, en búsqueda de cierta relatividad o algo por el estilo. Pero si hay algo que puede ser útil (quizás), para bajar un par de decibeles a un debate que genera indiscutiblemente discusiones controvertidas (pasionales diría yo), como el de la marihuana. Ese algo es: desbaratar la mentira de que existe un único USO de esta planta, y que el mismo lleva indefectiblemente a su abuso…


*Escrito por Sebastian Arnaez
Gracias Postre