martes, 2 de julio de 2013

Junto a Atilio Borón, rememoramos a Antonio Gramsci



Con Borón rememoramos a Gramsci :
Partidos políticos y movimientos sociales


Desde hace mucho tiempo, guardo una profunda incertidumbre paradojal acerca de la relación que yo percibo escasa entre movimientos sociales y partidos políticos que tienen un posicionamiento ideológico afín. 
Yo me decía, ¿por qué no luchan juntos si es que tienen una causa en común? ¿Es que acaso los partidos políticos perdieron legitimidad, se están extinguiendo, y han llegado los movimientos sociales para reemplazarlos? Sólo la historia nos puede dar pistas. Entonces hagamos primero un breve repaso: Luego de la dictadura militar y la liberalización acentuada de la economía comenzó un proceso de desencantamiento de la política en la gobernación de Alfonsín, fue a su vez un inicio de un proceso de desarticulación del Estado, los partidos y otras organizaciones fundamentales que tiempo después, en el 2001, produjo junto a otros factores una crisis muy particular. Hasta tal ocasión, los partidos políticos, sobretodo los hegemónicos, el Partido Justicialista junto a la UCR, eran el tipo de organización puntual que tenía que hacer frente efectivamente a todo lo que se venía, cumplir el rol de hacer el buen gobierno que la gente necesita en esos momentos. Sin embargo, no tuvieron la suficiente solidez y articulación orgánica requerida para que darle a la gente seguridad económica, jurídica y social. El pueblo perdió la confianza en los partidos y en sus figuritas.
Es en ese bache donde empiezan a jugar los movimientos sociales como una respuesta a la angustia producida por la invisibilidad u omisión por parte del Estado Qué ironía: siempre creímos que él era el órgano que podía asegurarnos la satisfacción de toda necesidad, es ese tótem giganteco que hace y deshace cuanto quiere (siempre por la población, claro, por supuesto...). 
Ésta vez decidió permitir la libertad de mercado a un nivel abismal, la representación clara del capitalismo salvaje.
Contrariamente, estas agrupaciones apuntan a presentar una alternativa en contra del capitalismo, con fines solidarios.y en la defensa del patrimonio al que pertenece el hombre, ya sea el defender el medioambiente, armar una cooperativa de trabajo, etc., es decir, elaborar una respuesta concreta para la venidera etapa post-capitalista, edad sobre la que ya se habla debido al deterioro que muestra el presente sistema.
Generalmente, los m.m.s.s. tienen una estructura política horizontal, donde cada uno posee y ejerce la misma cuota de poder que el resto, disputando las opiniones y decisiones en asamblea. Están integrados por componentes de origen heterogéneo en lo que hace a género, sector social, profesión, oficio, edad, etc. Intentan resimbolizar las nociones hegemónicas de dominación desde los saberes que se fundan en la propia definición constante y dialéctica como movimiento constante de su acción.
A diferencia de los partidos políticos, el perfil de los objetivos que se plantean los m.m.s.s. son más bien específicos, pretenden encarar una problemática que les afecta directamente a sus miembros o a la población en general, como puede ser, desde el desempleo o la falta de vivienda hasta la contaminación ambiental producida por una empresa trasnacional.
Con motivo de tener objetivos muy vinculados entre sí, o con un “enemigo en común” (dimensionado como el gobierno, el sistema económico local o el sistema global en general) los m,m.s,s. Se alían en frentes comunes, que les otorga fuerza en la consecución de sus objetivos, en la efectivización de sus maniobras y proyecciones políticas y en sus acciones directas. En ese sentido, los partidos políticos, tal vez por un carácter más institucionalista, formal, legalista, se ve limitado a una cierta rigidez que no le permite adaptarse efectivamente a las necesidades de participación de la gente en general. El sistema democrático, como escribí en una nota anterior, ha perdido legitimidad de forma progresiva, y con ello, la han perdido también los sistemas de participación representativa por medio del voto.
Sin embargo aquí se genera una contradicción evidente: El antiinstitucionalismo y oposición al Estado de los m.m.s.s. Los hace actuar casi siempre “por fuera del sistema”, creando y recreando métodos de acción directa, que siendo analizados en un sentido histórico, sufren el riesgo de caer en el espontaneísmo, con lo cual las acciones pierden coherencia y resonancia con el tiempo, y se niegan a obtener la legalidad de un origen que ellos consideran ilegítimo e incompatible con su ideología.
Los partidos políticos tienen una ventaja en ese sentido, que pueden ser elegidos por el voto público en las elecciones y tienen una posibilidad real de tomar el poder, (Aclaro lo de “real” ya que la derrota del capitalismo y la abolición del sistema electoral tienen aún largo tiempo de vida, y luchar por apropiarse del poder de un modo que no sea el “democráticamente conocido”, sólo podría hacerse mediante un golpe de estado, armamento de por medio, con lo cual, tampoco se obtiene legitimación favorable de parte de la población para iniciar un proceso revolucionario; hablando por supuesto, desde el contexto que hoy en día se nos presenta).
No está demás acotar que, en la Argentina existe la llamada “Ley del Bipartidismo”, que contiene una serie de reglamentaciones estrictas, exclusivas y excluyentes, para aquellos que quieren iniciarse su carrera política en la creación de un partido, puesto que los requisitos para obtener la legalidad implican miles de documentaciones que son muy difíciles de obtener (Y que en realidad, tampoco son necesarias para demostrar un real aval de aquel que se afilia al partido).
Por ello, la disputa política protagonista siempre se da entre los dos partidos tradicionales que mencioné al principio de la nota. Ellos arman a su gusto la agenda pública de discusión política, y excluyen a aquellos que no pertenecen a sus partidos.
Por lo tanto, si la institucionalidad adquiere entonces aspectos descaradamente funcionales a un corporativismo político e intereses económicos, ¿por qué no plantear la unificación entre m.m.s.s. Y partidos políticos un sistema de elección distinto para comenzar a revertir ese proceso eterno de dominación social?
¿Acaso los movimientos sociales y los partidos políticos no pueden ir como yunta en el camino hacia la transformación de la sociedad?
Sí, por supuesto que pueden. Les ofrezco las siguientes palabras de mano de un intelectual destacado.


Conferencia del Dr. Atilio Borón:
"Extractivismo y pachamamismo en el debate
político contemporáneo de América Latina"
Recordando a Antonio Gramsci

Atilio Borón, respondiendo a la pregunta de cómo es la relación entre m.m.s.s. Y p.p. En la coyuntura actual de capitalismo global1, nos explica lo siguiente:
Si tomamos al partido en un sentido gramsciano, no podemos limitarnos a verlo sólo como “estructura política”, ver el partido sólo en aquellos grupos que participan institucionalmente de las elecciones y de todas las actividades oficiales desarrolladas habitualmente. “Cuidado con eso, porque cuando Gramsci nos habla de partido, no refiere a una estructura sino a una toma de partido, lo cual es diferente: Se trata de encontrarse con el otro a partir del horizonte común que va trazando la militancia por caminos distintos.” Se trata de no importa si se esta en un partido o en un movimiento social, si el fin es dar cese al capitalismo global, es necesario armar el frente común y realizar acciones destinadas a la hegemonía. La cual por cierto, no implica necesariamente una imposición por la fuerza de un régimen, sino una vez obtenido el poder por la voluntad de la población se procede a la expansión de la ideología de las masas guiadas por el intelectual orgánico (figura igualmente referente a un grupo de personas pertenecientes a un sector social específico), que desplaza a la ideología burguesa dominante, caprichosa y totalitaria hasta entonces apoderada políticamente, y pasa a ser la dominante, utilizando las instituciones y al Estado para hacerla llegar hacia todos los que participan en la sociedad.
Trazar diferencias entre militantes de izquierda, marxistas, socialistas, porque la estructura cada una de sus organizaciones es distinta, le quita sentido a la militancia y desvirtúa su ethos.
Muestra una preeminencia de interés en competir en el mercado del discurso con los demás en detrimento de la posibilidad de producir cambios reales en los lugares sobre los cuales se actúa.
Para que la militancia dé frutos, es necesario eliminar prejuicios y encarar la actividad cotidiana con la suficiente humildad y responsabilidad que le corresponde, respetando y teniendo en cuenta a los compañeros afines que se encuentren en otras organizaciones distintas y asegurarnos una real transformación de la realidad y los sentidos que se le atribuyen.


1Esta referencia versa sobre lo expuesto por el autor en respuesta a la pregunta que le realicé luego de que el mismo terminara su exposición. Esto se dió lugar en las 1° Jornadas de Sociología de Mendoza: "La Sociología frente a los nuevos paradigmas en la construcción social y política. Mendoza, Argentina y América Latina en el despunte del siglo XXI. Interrogantes y desafíos", desarrollado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo los días 9 y 10 de mayo.