Con Borón rememoramos a Gramsci :
Partidos políticos y movimientos sociales
Desde hace mucho tiempo, guardo una
profunda incertidumbre paradojal acerca de la relación que yo percibo escasa
entre movimientos sociales y partidos políticos que tienen un posicionamiento ideológico afín.
Yo me decía, ¿por
qué no luchan juntos si es que tienen una causa en común? ¿Es que
acaso los partidos políticos perdieron legitimidad, se están extinguiendo, y han llegado los movimientos sociales para reemplazarlos? Sólo la historia nos puede dar pistas. Entonces hagamos primero un breve repaso: Luego de la dictadura militar y la liberalización acentuada de la economía comenzó un proceso de desencantamiento de la política en la gobernación de Alfonsín, fue a su vez un inicio de un proceso de desarticulación del Estado, los partidos y otras organizaciones fundamentales que tiempo
después, en el 2001, produjo junto a otros factores una crisis muy particular.
Hasta tal ocasión, los partidos políticos, sobretodo los
hegemónicos, el Partido Justicialista junto a la UCR, eran el tipo
de organización puntual que tenía que hacer frente efectivamente a
todo lo que se venía, cumplir el rol de hacer el buen gobierno que la gente necesita en esos momentos. Sin embargo, no tuvieron la suficiente solidez
y articulación orgánica requerida para que darle a la gente seguridad económica,
jurídica y social. El pueblo perdió la confianza en los partidos y
en sus figuritas.
Es en ese bache donde empiezan a jugar
los movimientos sociales como una respuesta a la angustia producida
por la invisibilidad u omisión por parte del Estado Qué ironía: siempre creímos que él era el órgano que
podía asegurarnos la satisfacción de toda necesidad, es ese tótem giganteco que
hace y deshace cuanto quiere (siempre por la población, claro, por supuesto...).
Ésta vez decidió permitir la
libertad de mercado a un nivel abismal, la representación clara del capitalismo salvaje.
Contrariamente, estas agrupaciones
apuntan a presentar una alternativa en contra del capitalismo, con
fines solidarios.y en la defensa del patrimonio al que pertenece el
hombre, ya sea el defender el medioambiente, armar una cooperativa de
trabajo, etc., es decir, elaborar una respuesta concreta para la
venidera etapa post-capitalista,
edad sobre la que ya se habla debido al deterioro que muestra el
presente sistema.
Generalmente, los m.m.s.s. tienen una
estructura política horizontal, donde cada uno posee y ejerce la
misma cuota de poder que el resto, disputando las opiniones y
decisiones en asamblea. Están integrados por componentes de origen
heterogéneo en lo que hace a género, sector social, profesión,
oficio, edad, etc. Intentan resimbolizar las nociones hegemónicas de
dominación desde los saberes que se fundan en la propia definición
constante y dialéctica como movimiento constante de su acción.
A diferencia de los partidos políticos,
el perfil de los objetivos que se plantean los m.m.s.s. son más bien
específicos, pretenden encarar una problemática que les afecta
directamente a sus miembros o a la población en general, como puede
ser, desde el desempleo o la falta de vivienda hasta la contaminación
ambiental producida por una empresa trasnacional.
Con motivo de tener objetivos muy
vinculados entre sí, o con un “enemigo en común” (dimensionado
como el gobierno, el sistema económico local o el sistema global en
general) los m,m.s,s. Se alían en frentes comunes, que les otorga
fuerza en la consecución de sus objetivos, en la efectivización de
sus maniobras y proyecciones políticas y en sus acciones directas.
En ese sentido, los partidos políticos, tal vez por un carácter más
institucionalista, formal, legalista, se ve limitado a una cierta
rigidez que no le permite adaptarse efectivamente a las necesidades
de participación de la gente en general. El sistema democrático,
como escribí en una nota anterior, ha perdido legitimidad de forma
progresiva, y con ello, la han perdido también los sistemas de
participación representativa por medio del voto.
Sin embargo aquí se genera una
contradicción evidente: El antiinstitucionalismo y oposición al
Estado de los m.m.s.s. Los hace actuar casi siempre “por fuera del
sistema”, creando y recreando métodos de acción directa, que
siendo analizados en un sentido histórico, sufren el riesgo de caer
en el espontaneísmo, con lo cual las acciones pierden
coherencia y resonancia con el tiempo, y se niegan a obtener la
legalidad de un origen que ellos consideran ilegítimo e incompatible
con su ideología.
Los partidos políticos tienen una
ventaja en ese sentido, que pueden ser elegidos por el voto público
en las elecciones y tienen una posibilidad real de tomar el poder,
(Aclaro lo de “real” ya que la derrota del capitalismo y la
abolición del sistema electoral tienen aún largo tiempo de vida, y
luchar por apropiarse del poder de un modo que no sea el
“democráticamente conocido”, sólo podría hacerse mediante un
golpe de estado, armamento de por medio, con lo cual, tampoco se
obtiene legitimación favorable de parte de la población para
iniciar un proceso revolucionario; hablando por supuesto, desde el
contexto que hoy en día se nos presenta).
No está demás acotar que, en la
Argentina existe la llamada “Ley del Bipartidismo”, que contiene
una serie de reglamentaciones estrictas, exclusivas y excluyentes,
para aquellos que quieren iniciarse su carrera política en la
creación de un partido, puesto que los requisitos para obtener la
legalidad implican miles de documentaciones que son muy difíciles de
obtener (Y que en realidad, tampoco son necesarias para demostrar un
real aval de aquel que se afilia al partido).
Por ello, la disputa política
protagonista siempre se da entre los dos partidos tradicionales que
mencioné al principio de la nota. Ellos arman a su gusto la agenda
pública de discusión política, y excluyen a aquellos que no
pertenecen a sus partidos.
Por lo tanto, si la institucionalidad
adquiere entonces aspectos descaradamente
funcionales a un corporativismo político e
intereses económicos,
¿por qué no plantear la
unificación entre m.m.s.s.
Y partidos políticos un sistema de elección distinto para
comenzar a revertir ese proceso eterno de dominación social?
¿Acaso
los movimientos sociales y los partidos políticos no pueden ir como
yunta en el camino hacia la transformación de la sociedad?
Sí,
por supuesto que pueden.
Les
ofrezco las siguientes palabras de mano de un intelectual destacado.
Conferencia del Dr. Atilio Borón: "Extractivismo y pachamamismo en el debate político contemporáneo de América Latina" |
Recordando
a Antonio Gramsci
Atilio
Borón, respondiendo a la
pregunta de cómo es la relación entre m.m.s.s. Y p.p. En la
coyuntura actual de capitalismo global1,
nos explica lo siguiente:
“Si
tomamos al partido en un sentido gramsciano, no podemos limitarnos a
verlo sólo como “estructura política”, ver el partido sólo en
aquellos grupos que participan institucionalmente de las elecciones y
de todas las actividades oficiales desarrolladas habitualmente.
“Cuidado con eso, porque
cuando Gramsci nos habla de
partido, no refiere a una estructura sino a una toma de
partido, lo cual es diferente:
Se trata de encontrarse con el otro a partir del horizonte común que
va trazando la militancia por caminos distintos.” Se trata de no
importa si se esta en un partido o en un movimiento social, si el fin
es dar cese al capitalismo global,
es necesario armar el frente
común y realizar acciones
destinadas a la hegemonía. La cual por cierto, no implica
necesariamente una imposición por la fuerza de un régimen, sino una
vez obtenido el poder por la voluntad de la población se procede a
la expansión de la
ideología de las masas
guiadas por el intelectual orgánico (figura igualmente referente a
un grupo de personas pertenecientes a un sector social específico),
que desplaza a la ideología
burguesa dominante, caprichosa
y totalitaria hasta entonces
apoderada políticamente, y
pasa a ser la dominante, utilizando las instituciones y al Estado
para hacerla llegar hacia todos los que participan en la sociedad.
Trazar
diferencias entre militantes de izquierda, marxistas, socialistas,
porque la estructura cada una de sus organizaciones es distinta, le
quita sentido a la militancia y
desvirtúa su ethos.
Muestra
una preeminencia de interés en competir en el mercado del discurso
con los demás en detrimento de la
posibilidad de producir
cambios reales en los lugares sobre los cuales se actúa.
Para
que la militancia dé frutos, es necesario eliminar prejuicios y
encarar la
actividad cotidiana con
la suficiente humildad y responsabilidad que le corresponde,
respetando y teniendo en cuenta a los compañeros afines que se
encuentren en otras organizaciones distintas y
asegurarnos una real transformación de la realidad y los sentidos
que se le atribuyen.
1Esta
referencia versa sobre lo expuesto por el autor en respuesta a la
pregunta que le realicé luego de que el mismo terminara su exposición. Esto se dió lugar en
las 1° Jornadas de Sociología de Mendoza: "La Sociología frente a los nuevos paradigmas en la construcción social y política. Mendoza, Argentina y América Latina en el despunte del siglo XXI. Interrogantes y desafíos", desarrollado
en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo los días 9 y 10 de mayo.